Librojuegos

Que los librojuegos han resurgido con fuerza es algo innegable. Basta con realizar una búsqueda rápida en Google o acudir a páginas especializadas como librojuegos.org para comprobarlo. Tratándose de un formato narrativo cuyo potencial creativo y cultural apenas se ha explotado, es una gran noticia que vuelvan a la palestra y despierten interés popular entre lectores, lectoras y editoriales.

Hasta la fecha, y por motivos históricos, su presencia ha quedado circunscrita al ámbito de la literatura juvenil, con algunas incursiones en la literatura de género que son la excepción que confirma la regla. Eso los ha relegado a ser una anécdota editorial durante décadas, cuando resulta que poseen un formato sumamente versátil e interesante, tanto en lo literario, como en lo lúdico y pedagógico.

En estos posts quiero compartir alguna de las ideas que he tenido durante los últimos años, ideas sobre lo que los librojuegos pueden aportar si pasan de nivel y los llevamos más allá de su contexto habitual. He tenido el valor (y el placer) de probar directamente alguna de estas ideas, mientras que otras son simples ensoñaciones con el objetivo de contaminar algunas mentes inquietas. Algo me dice que no soy el único que está pensando en estas nuevas posibilidades del librojuego. Es más, estoy convencido de que muy pronto veremos algunas de ellas hechas realidad.

ANATOMÍA Y CONTEXTO DE UN LIBROJUEGO.

Antes de seguir me gustaría exponer los límites que, al menos para mí, definen el formato del librojuego. Al tratarse de un formato híbrido, es fácil quedarse con definiciones reduccionistas y podemos caer en la trampa de pensar que son libros con algunas características interactivas. Es algo más complejo.

Un librojuego debería ser la suma equilibrada y respetuosa de ambas cosas, de un libro y un juego. Y con “libro” quiero decir que debe tratarse de un elemento, impreso o digital, con páginas, secciones, capítulos y cuya comprensión y disfrute pasa por la lectura de sus contenidos. La parte relativa a “juego” debe permitir al lector interaccionar con la historia y obtener una experiencia enriquecida respecto a un libro convencional.

Pero no basta con eso. Si nos quedamos ahí, muchos libros para niños con características interactivas (pop-ups, juegos con sonidos…) serían librojuegos y en realidad no lo son, desde el enfoque que hoy le estamos dando. Que un niño pueda abrir una ventana de cartón para ver una ilustración oculta es una característica interactiva, cierto, pero que no le permite “manipular” la historia a su voluntad, si acaso descubrir detalles adicionales sobre la misma y satisfacer un poco más su curiosidad. Podríamos hablar de libro interactivo, pero no de librojuego. En los auténticos librojuegos, la interacción radica en explorar las posibilidades narrativas de la historia, existiendo la posibilidad de recorrer diferentes versiones de la historia, investigar, deconstruir y desembocar en finales distintos. Este último detalle es clave: una recompensa palpable a la exploración del lector, a su curiosidad, a su voluntad, es la posibilidad de llegar a diferentes conclusiones. El relato debe ser permutable en menor o mayor medida, siempre sin abandonar la experiencia de lectura.

Hechas estas aclaraciones, me resulta más fácil comentar esas nuevas ideas para llevar a los librojuegos a otro nivel.

SACANDO A LOS LIBROJUEGOS DEL GHETTO

Como apuntaba al inicio, los librojuegos nacieron y triunfaron en el ámbito de la literatura juvenil. No es algo circunstancial; los jóvenes, después de los niños, son las personas que más necesitan jugar y explorar. Les va el aprendizaje vital en ello. A diferencia de los niños, su relación con los libros (relatos de cierta longitud) ya está establecida, así que proponerles un libro donde, además, pueden explorar, decidir y sorprenderse, es juntar el hambre con las ganas de comer. Por eso funcionó.

Pero hay más, mucho más. Ahora sabemos que los adultos seguimos jugando, lo necesitamos como herramienta estimulante y motivadora. Solo hay que ver el elevado grado de consumo de videojuegos por parte de un público cada vez más adulto, o la pasión por el fútbol y otros deportes, que aparte de deportes, son juegos. O la enorme cantidad de recursos que tantas y tantas empresas están invirtiendo en gamificar sus procesos y sus relaciones con sus clientes externos e internos. Mi compañero Jacobo habla largo y tendido sobre gamificación en una serie de posts de este mismo blog. Cosa seria.

Del mismo modo que nuestras apetencias como adultos se modifican, también deberían hacerlo ciertos formatos, para aproximarse a ese contexto adulto. Y a eso me refería con sacar del ghetto a los librojuegos. Si sabemos que gran parte de la población lee y que, demás, lee géneros y formatos narrativos variados (cuentos, prosa, poesía, ensayo), ¿por qué no ofrecer librojuegos para adultos?

Es cierto que habrá que vencer cierta resistencia cultural, pero eso ya queda en manos de la creatividad de las editoriales y, especialmente, sus asesores de marketing. ¿El término librojuego está algo denostado entre los lectores adultos? Acudamos a nueva terminología, apliquemos los factores diferenciales, seduzcamos. Es fácil hablar, ¿verdad? Bueno, en mi caso puedo decirte que un servidor, junto a otros locos, nos arriesgamos a hacerlo. A finales de 2013 nos propusimos hacer librojuegos eróticos y comercializarlos, bajo la marca Erotic Appetite. Planificamos una serie de libros, enmarcados en el género de la romántica adulta y especialmente destinado a un público femenino, diseñamos la imagen de la colección, su web promocional y supervisamos el trabajo de dos autoras que escribieron cuatro libros diferentes. Con esta pequeña colección bajo el brazo dimos el salto y comenzamos la promoción. Descubrimos que el formato interesaba, y mucho, a una parte de las lectoras y a los medios de comunicación con los que contactamos: motivados por la suma del boom de la erótica y la novedad del formato librojuego, recibimos muchas invitaciones a entrevistas y reportajes sobre nuestro proyecto. Y la guinda del pastel llegó cuando una editorial líder del sector de la literatura romántica nos propuso firmar un contrato para publicar y distribuir nuestros libros bajo su sello. Dicho esto, puedo decirte que se puede, que hay potencial y que, trabajando bien los aspectos de comunicación para seducir al público con lo que le interesa, los librojuegos tienen su espacio entre los adultos.

 

 

LIBROJUEGOS PARA ESTIMULAR CRITERIOS

En un ámbito más pedagógico, siempre he creído que los librojuegos son herramientas increíbles para fomentar la visión crítica y estimular la adquisición de criterios. Normalmente somos capaces de juzgar algo con criterio cuando hemos explorado varias posibilidades, nos hemos enfrentado a la prueba y error y hemos dado con soluciones que nos parecen satisfactorias. Cuando ofrecemos a alguien un libro, podemos tener la suerte de que la visión crítica del autor resulte edificante y constructiva para el lector, pero no deja de ser un viaje de la mano de alguien que establece sus propias normas y nos guía, a su antojo, por una historia, en la que establece unas consecuencias concretas a cada conflicto. Desde luego, leer muchas novelas nos expone a muchos criterios y puntos de vista y eso también fomenta que nosotros vayamos estableciendo el nuestro, pero un librojuego es especialmente inmediato en este sentido, ya que ante cada conflicto o situación compleja deberemos tomar una decisión e ir afrontando sus consecuencias. Además, podremos volver atrás, al mismo punto de conflicto, y decidir resolverlo de otro modo, para comprobar cómo nos sentimos y que aprendemos en base a esas nuevas decisiones. En resumen, nos ofrecen un acercamiento múltiple, desde diversas perspectivas, a un mismo conflicto, cosa que nos permite evaluar de manera mucho más integral. Nos damos cuenta de que no hay una única manera de hacer las cosas, que puede haber diversa soluciones. ¿No es eso lo que buscan, cada vez más, los sistemas educativos eficientes, que seamos capaces de solventar un problema con base en nuestro propio criterio y recursos?

Dicho esto, si imaginamos y desarrollamos librojuegos donde realmente ofrezcamos diversas maneras útiles y constructivas de acabar solucionando un conflicto, estaremos creando una herramienta de alto valor pedagógico. En lugar de quedarnos con la idea esencial de que hay decisiones buenas o malas (trampa en la que caen muchos librojuegos simplistas) podemos desarrollar gamebooks que permitan soluciones siempre correctas, cuyo grado de eficiencia ya decidirá el propio lector, en base a su propio criterio. En lugar de castigar por errores, se trata de visualizar los elementos de aprendizaje: ¿Has perdido el tren en esa escena? ¿Qué puedes hacer ahora para llegar a tiempo a esa importante cita? ¿Qué otras opciones te ofrece la historia para seguir persiguiendo tu meta esencial? Realmente me emociona ver las posibilidades que algo así tiene en un contexto pedagógico y académico.

En el próximo post compartiré contigo cuatro maneras más de usar los librojuegos en terrenos donde pueden ofrecer grandes posibilidades: herramientas de evaluación, prólogo a otras experiencias narrativas, espacios de co-creación y herramientas para creativos.

 

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